No podía dejar de llorar cada vez que veía Terminator 2. Me daba tanta vergüenza que tardé mucho tiempo en confesárselo a mi familia. Cuando al fin lo hice, pensé que se burlarían o que me reñirían por mi debilidad, pero sucedió lo contrario. Mi madre me abrazó para consolarme y mi padre se arrodilló frente a mí.
-Tranquilo – me dijo -, desde la última actualización a todos los androides nos ocurre lo mismo.
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