Hotel "Cuatro Estaciones"
Buenas vistas y ambiente afable era su carta de presentación.
Se jugaba al ajedrez, se leía y se charlaba de lo uno y de lo otro. La convivencia era tan buena que se llegaban a hacer amigos de verdad. Las relaciones duraban toda la vida porque durante la estancia se intentaba ayudar al vecino en la medida de lo posible, para hacerle creer que estaba en el mejor hotel de la ciudad.
La pena era que en el hotel se sentían de primera mano las cuatro estaciones, el caluroso verano, el húmedo otoño, el frío invierno y la variable primavera, pero lo que los pobres sin techo llevaban peor era la mirada de los demás en ese parque público.
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