domingo, 27 de diciembre de 2015

Propósitos de enmienda (Raimundo Glocester)

Sus propósitos de enmienda solían durar apenas unas horas. El abogado lo sabía. Pese a su corta edad, la chica tenía ya un buen historial. El abogado también sabía que no había malicia en ella. Contempló sus ojos azules, húmedos y suplicantes. Incluso en aquella fría sala de entrevistas de la prisión estaba preciosa. Su pelo cuidadosamente desordenado, sus labios brillantes... Pero él no era un mal abogado. Abatido en su silla, manoseaba nerviosamente un pequeño calendario, calculando fechas para el recurso. Ella le acarició el pelo. Buscó su mirada. Le besó. Al diablo. Era un pésimo abogado.

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