El niño que vendía limones
El día de mercado del pueblo, escuchaba entre el tumulto: ¡Compre el aguacate, llévelo barato!
Esa mañana, vendía los limones en la plaza de mercado. Me reducían manos sucias, sombras, abrigos y gentes altas. Los escasos rayos de sol iluminaban mi traje harapiento.
Me agaché, porque vi un billete en el suelo sobre el piso embarrado y unas naranjas podridas. Estiré mi mano. Al tiempo, unos dedos limpios tomaron el billete. Era el profesor, me compró todos los limones y me dio un libro que aún conservo: Los Invisibles de Ian Whybrow.
Ahora soy escritor.
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