Zurah corría tan rápido como le permitían sus piernecitas. Con seis años, era la niña más bajita de la clase, pero le encantaba correr, saltar y brincar. Había sonado un estruendo y papá le había dicho que tenían que hacer una carrera muy larga. Oyó un ruido parecido al de petardos gigantescos ¡justo cuando empezaba la fiesta! Papá le metía prisa, pero a Zurah le costaba correr con los zapatos del colegio, ¡ella quería sus deportivos! Corría y corría y al fin, ¡la valla! ¡La línea de meta! ¡Habían ganado! Y papá resopló, como si por fin estuvieran a salvo.
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