La boda
Nos íbamos a casar en octubre, pero en junio me dejó. Esperó en casa a que yo regresara del despacho, abrió una botella de vino blanco, sirvió dos copas, me pidió que me sentara y me lo dijo con buen tono, casi con ternura:
— No me voy a casar, Blanca. No quiero seguir viviendo contigo. Me he llevado las cosas a casa de unos compañeros. No me lo hagas difícil.
No dije una palabra. Me quedé tomándome el vino hasta que se hizo de noche. Cuando me levanté del sofá, su herida ya no sangraba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.