Los caminos de mi tierra me reciben seductores. El hechizante lienzo enriquece mi paseo.
Centellean fulgentes las amapolas entre el trigo. Conspiran las zarzas, el espliego y el romero cuando sienten mis pasos que sin duda reconocen.
Huele a tomillo, a romero, a savia viva.
Tintinean entre sí las hojas de los chopos avarientos de aire.
Me saludan, enverando, perlas ámbar y moradas de generosos viñedos.
Los trinos de pájaros sin nombre siembran el aire de sonidos.
El ambiente me hipnotiza olvidando el paso del reloj a cada trecho.
La satisfacción por vivir embellece aún más la primavera.
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