- ¿Qué haces, hija?
- Leo.
- Y, ¿qué lees?
- Algo que me escribiste hace muchísimo tiempo.
- ¿Qué es?
- El cuento de los peces, ¿te acuerdas? Nos transformábamos en peces e íbamos descubriendo cosas por el agua.
- Aquel en el que casi nos pescan, ¿verdad?
- Ese mismo, es muy divertido.
- Sí - se quedó pensativo un segundo, un poco triste - ¿Y te recuerda a mí?
- Claro papá, siempre qklue lo leo me acuerdo de ti.
Oí un ruido, mamá caminaba despacio.
- ¿Qué haces, hija?
- Recordar a papá.
Mamá se sentó conmigo y, sin necesidad de mirarla, supe que una lágrima recorría su rostro.
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