MEMORIA TRISTE DE UN OLMO VIEJO.
El soldado González salió lisiado de la Batalla del Ebro: perdió, al estallarle una granada, parte de una pierna y parte de la entrepierna. Roto como un juguete, estuvo solo a un paso de volver a la paz hogareña. Antes, llamó por teléfono a su esposa augurándole que regresaba para cuidar de un compañero de batalla sin familia que había perdido parte de una pierna y parte de la entrepierna. La esposa languideció diciéndole que le auxiliara el Altísimo, que ella NO. El soldado González se balanceó desequilibrado en la rama de un olmo tan viejo como el desamparo.
Muchas gracias.
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