Ahora lo tiene claro. Ni siquiera una pandemia les ha hecho reflexionar, piensa. En cuanto recuperaron algo parecido a la normalidad volvieron con ella las desigualdades, las guerras y la contaminación, y se esfumaron de un plumazo la solidaridad y la buena fe. En consecuencia, concluye que lo mejor es dejar de intentarlo, reconocer al fin su fracaso y comenzar otra vez de cero.
Como hizo con los dinosaurios.
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