GIGANTONES
¡Ay, ay, ay, si Cervantes levantara la cabeza! ¡Ay, si resucitara! Seguro que el ingenioso hidalgo iba a decirle a su escudero:
-Mira allí, amigo Sancho, cuantos desaforados gigantes. Cortémosles esos brazos largos.
-¡Qué cosas dice! Mire, vuesa merced, gigantes no son. Son aerogeneradores que se alimentan de viento renovable. ¡Y no contaminan, señor!
-¿Qué dices, mi escudero? ¿Qué diantres de nombre has inventado tan interminable y raro? ¿Y esos gigantones comen pues…? ¿Comen viento?
Don Quijote, sin esperar respuesta, dio unos golpecitos a Rocinante con sus espuelas y arremetió contra ellos con la lanza.
DELFI
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