Nace en medio de los altos pastizales. Casi invisible. Sin embargo allí está, y respira.
Tiene siete pétalos blancos y un pequeñísimo centro amarillo que no atrae a las abejas. Nadie la admirará ni felicitará su esfuerzo en abrirse al sol. Nadie se entristecerá cuando ya no esté. Su tallo no será mordido, ni servirá de alimento para las hormigas.
¿Su existencia efímera carece por tanto de sentido?
Sin embargo los días que dure, vivirá. Se nutrirá del aire y de la tierra. Y el sol la entibiará, y las gotas de lluvia mojarán su tierna belleza.
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