Miro el espejo que desde la cama me ofrece una extraña perspectiva, como si tras sus ángulos pudiera acceder a otro dormitorio.
Sueño contigo, cajera pelirroja, desde hace tiempo me pasa cada día.
Tocas desde hace tiempo mis nervios como las teclas de un piano.
En mi sopor siento como al viento mueve tu falda como una bandera, puedo adivinar por su suave tela lo perfecto de tus curvas.
Nada es comparable al suave movimiento de tu roja melena
Luego la sonrisa con que me recibes en la mañana en la caja me desarma. Musa inalcanzable.
Barlovento.
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