- Desgraciado hijo de puta embustero, ojalá te revienten los sesos...
Un posible síndrome de Tourette, o algún rebujito de más, o probablemente ambas juntas, acaban haciéndole a una decir tales barbaridades. Siguió lanzando improperios al viento hasta llegar al hotel donde se escondía de un mundo que la creía muerta. Sin maquillaje, sin su tinte oxigenado, y con ropajes de nulo glamur, nadie imaginaba que la menuda huésped de la habitación 58 escondía un secreto.
En la habitación, Norma encendió la radio. El presidente Kennedy había sido asesinado. Y entonces supo que nunca quiso que su deseo se cumpliera
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