martes, 22 de agosto de 2023

(El último Padillano / Ruiz de Padilla)

Barbechos pardos, blancos rastrojos teñidos de cencellada, tierra y cielo uniéndose en el horizonte y en medio, como pidiendo perdón, una pareja de olmos en la linde del arroyo madre. Al crecer el día nace un sentimiento de milagro al pintarse de verde los incipientes trigales y su vista encuentra descanso para el alma cansada.
La naturaleza deja otros dones sencillos para la paz de sus sentidos: el olor a tomillo y retama, el trino de las calandrias, el roce del cierzo, el sabor de las senderuelas...
Blas todavía lo puede percibir, pero los demás no.
Se fueron.

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