En el país de las gárgolas, un lugar lúgubre, de hálito sulfúreo, lleno de riscos, acantilados y volcanes en erupción, asustan a las crías con las historias de unos monstruos sanguinarios, que se arrastran por el suelo a dos patas. Cuando se reúnen alrededor del fuego fatuo, para exorcizarlos, tallan unas figuritas antropomorfas.
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