MALTRATADA
Mi existencia era un verdadero infierno. Aunque me obligara a trabajar duramente todo el día, lo peor eran los maltratos y las palizas. En ocasiones tenía que salir al campo a trabajar dolorida y con heridas sangrantes.
Ayer ha muerto mi torturador. Ha venido un hombre que me ha mirado y con mucho cariño me ha conducido a otro lugar de la aldea y me ha presentado a sus dos hijos pequeños. Cuando han terminado de curarme las heridas, les ha preguntado:
¿Qué nombre le vais a poner a la burrita?
Bonita – ha contestado uno de ellos.
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