Poniéndose el sol en la meseta castellana, un poeta acababa de recitar sus nostálgicos versos. El pintor daba a su escena la última pincelada, el cura desde el torreón hacía repicar las campanas, el pastor los secos pastos contemplaba, el campesino miraba con orgullo el resultado de la labranza y mientras tanto, la luz se apagaba.
Jugaban los niños en el parque, charlaban en los bancos las amas de casa, batían los pájaros sus alas en huida desesperada. Al fin cayó el día, duerme la plaza vacía, duermen los campos, sueñan quienes se fueron volver a sus casas. Duerme la meseta castellana…
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