-Todo fue un montaje – sentenció.
Le mostré la escafandra de papá, algunas fotos, y unas cuantas rocas que se trajo de su primera expedición, pero ante cada prueba aquella anciana insistía en afirmar que el hombre nunca había llegado a la luna.
-Pues allí conoció a mi madre – confesé finalmente.
La mujer comenzó a reír, y por eso no tuve más remedio que quitarme la piel y enseñarle mis escamas. Ella me miró y, tras unos segundos eternos de silencio, sólo dijo:
-Maquillaje.
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