En un mundo de sal, donde nace el tiempo y duerme la rabia, agonía y esperanza se encuentran, se aman y bailan al compás de un profundo y sordo silencio. En ese mundo de sal, cuando crece el tiempo y se despierta la rabia, ansiedad y calma se retan a muerte al alba, dando pie a una contienda en la que solo habrá un vencedor. En mi mundo de sal, cuando muere el tiempo y se extingue la rabia, autoconciencia y reflexión se agitan en un barco que naufraga, embestido por las olas de un mar de lágrimas saladas.
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