Carlota calla. La luna se ha apoderado de la noche.
Dueña y señora, reflejos de su palor, oculta el lado oscuro.
Carlota, un nombre poco manido y repetitivo, tal y como cualquier
otro. Respondes con un sí y te percatas del error. Miras al otro lado.
Hacerte la despistada no te va a servir.
Deseas engañarla, llenarte los oídos de cera, confundirle. No te
sirve, no eres Odiseo y no eres Nadie.
Esa voz no necesita comprobaciones, no va a cotejar tu número de carnet.
Quizás otros pronunciarán tu nombre, ya no lo podrás oír. ¡Qué alivio!
Carlota descansa.
ARGOS
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